Colombia atraviesa un momento complejo y contradictorio: mientras en varios territorios la violencia se reconfigura y el sufrimiento civil persiste, también se consolidan procesos de diálogo, restitución de tierras y búsqueda de justicia territorial que abren espacios de esperanza.

El país no vive un posconflicto, sino un proceso de transformación lenta, en el que los actores armados cambian de rostro y los mapas del miedo se redibujan. Sin embargo, a la par, miles de familias campesinas están recuperando sus parcelas mediante la política de restitución y formalización de tierras, y comunidades étnicas y rurales avanzan en acuerdos de retorno y protección colectiva.

Según el Informe de Situación Humanitaria 2025 de Naciones Unidas (OCHA), entre enero y agosto de este año más de 200 000 personas fueron afectadas por desplazamientos y confinamientos, pero también se registran iniciativas locales de desminado, reconciliación y desarrollo comunitario en zonas antes controladas por la guerra.
🔗 Fuente: unocha.org

De igual forma, la Política de Paz Total continúa sumando mesas de conversación con estructuras armadas, acompañadas por la sociedad civil y organismos internacionales. Aunque el camino es incierto, el solo hecho de mantener abierto el diálogo representa un avance frente a décadas de negación y silencio.

Desde FUDEHUMANOS reconocemos ese doble pulso del país: la persistencia del dolor y la capacidad de reconstruirse. Porque en medio de la fragmentación, la apuesta por la humanidad sigue siendo posible: en los retornos campesinos, en la búsqueda de desaparecidos, en los proyectos que devuelven la voz a las comunidades.

La guerra cambia, las víctimas siguen… pero también cambian las manos que siembran, las mujeres que lideran y los pueblos que se levantan.